¿Quién oye a los peces cuando lloran? (Henry David Thoreau)
Existe una vida perra que maltrata
y araña, que hiere y escuece,
sin servicios de atención al cliente,
repleta de urgencias,
con una lista de espera donde siempre
se cuela el olvido primero en la fila.
Hablo de ciudades oscuras cuando es de noche
y a plena luz. Hablo de niños sin juguetes.
Con padres, pero huérfanos. Hablo de mantas
que abrigan nubes grises
y piratas que naufragan en la calle
sin cofre del tesoro, sin paraísos
soñados en patera. Hablo de cuentos chinos
a la luz de la luna de un audi oscuro
que conduce a un taller inmundo
repleto de máquinas de coser injusticias.
Existe un mundo sórdido que vomita
cada mañana mientras tú y yo
-ajenos a él- devoramos donuts.
Allí hay cáncer y hay mendigos,
gente buena con mala suerte,
gente mala con poder,
gente sin poder hacer nada.
Y también hay desgraciados,
que con todo, nada.
Hablo de los rascacielos que presumen
de éxito mientras la gente se arrastra
por el fango del asfalto. Hablo de cuando la vida
es una alcantarilla y no sirve
tirar de la cadena. Hablo de las ratas
de primera clase. Del "business" si están de moda.
No es justo, me repito. Existe un mundo bipolar,
hablo de frío ártico, de una temperatura gélida
elevada al cuadrado. De un infierno que congela
y quema al mismo tiempo.
Y lo triste, lo verdaderamente injusto y triste es que
-para ti, para mí- el drama dura una página,
el boletín de hora 14, los 120 minutos
de una película o las líneas de un poema
con pretensiones de balcón.
Impresiones derivadas de este "biutuful world", que no cantaría Amstrong
Comentarios
Un abrazo
Tu poema destila tristeza y eso no está bien.
Intenta tentativas,experimentos, transformaciones,escapes,huidas,descargas, liberaciones, cambios, mutaciones,meditaciones hasta que te gustes a tí mismo y en el trozo del espejo que rompistes...te verás envuelto en un sudario de paz.
Nota: Esto último no es mío es un poema de G.F.
Un beso desde el Realejo.
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María José, el poema destila en este caso realidad. La que está oculta en una calle que pisamos a diario. La realidad escondida que no queremos buscar. Yo no me disgusto a mí mismo. Soy afortunado. Me disgustan ciertos alrededores. Historias desconocidas, subterráneas del extrarradio y del "intrarradio" de las ciudades que habitamos. Besos.
Y me indigna que muy poca gente vea ese mundo, que no es otro que el nuestro.