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Mostrando entradas de diciembre, 2010

Wonderland (Década, de cada momento)

I Pronto dormirás en la almohada de diciembre y cuando despiertes serás enero, hará frío y tendrás otro nombre, otro final, que en realidad es otro comienzo. Lo de antes, el cero que te cierra, el doce, el treinta y uno que te despiden, serán una puerta que cierra la primera década de un siglo joven, pero repleto ya de sensaciones. II Aprendí a volar a través de los cristales en lentos trenes regionales que se hacían llamar Express, memoricé el trayecto de las gotas de lluvia en una ventanilla, afilé el lápiz del carpintero a sangre fría y Truman Capote y Laguillo me esperaban siempre en Sevilla, eu un piso que rebosaba basura y amistad a partes iguales. Pensaba iluso en ser un buen periodista. Aún hoy lo pienso. Quiero decir: sigo siendo un iluso. III Una profesora de Toulouse y un amigo que se marchó a Londres me despertaron Lyon Erasmus me vistió con bufandas, melena y chaquetas de pana. Descubrí la nieve, que el hielo resbala y que la vieja Europa es fría y cálida al mismo tiempo.

Cuando el suelo es el cielo

Cuando vuelas de noche el mundo está al revés y el suelo es el cielo. Las luces de la ciudad se convierten en estrellas, toda una nube de constelaciones a nuestros pies, a miles de pies de altura luces con vida propia. Los coches en tierra o los barcos en el mar son un infinito baile de estrellas fugaces. Aprovecha, pide un deseo, antes de que amanezca. (Aeropuerto de Bangkok, volviendo a casa un 23 de diciembre)

Credo

Creo en la eternidad de un instante. No creo en la distancia ni en el olvido. Creo en las puestas de sol, "here comes", canta Harrison. No creo en los libros de instrucciones. Creo en las casualidades. No creo en la mentira que dice ser verdad. Creo en las olas del mar, que vienen y van como tú, como yo. No creo en los adivinos. Creo en los espejos. No creo en los disfraces. Creo en las estaciones, en los trenes y los otoños. No creo en las revoluciones que acaban en pasado. Creo en las sonrisas y en el llanto. No creo al mediocre. Creo al humilde, porque es sabio. Creo en los atardeceres. No creo en los pantanos. Creo que me creo. No creo que me creas.

Elle est où l´inspiration? (Interrogantes en diciembre)

¿Quién le afina la punta al lápiz? ¿Quién se ha llevado la tinta? ¿Quién puso las ideas a secar al sol en el tendedero toda una semana? ¿A qué se debe esta espesura, este mar de agua estancada? ¿Qué le sucede a este "intento" de de poeta? ¿Quién ha vaciado la libreta? ¿Dónde reclamar versos si no hay servicios de atención al paciente?