Voy a ir a una playa con los pies descalzos. Dormiré toda la noche en la orilla desafiando a las mareas. Prometo no ahogarme y guardarte mis secretos en varias caracolas para que tú, un día o una noche cualquiera, en otra latitud y con otra vida, los descubras con aroma a salitre y a oportunidad perdida. Aquí no acaba mi plan. Al despertar, recogeré, uno a uno, los granos de arena de la playa y me dedicaré a construir relojes para jugar con tu tiempo a mi antojo. Estás condenada a que flote en tu cabeza.
La guarida de los náufragos ©