Frente a la panadería las mujeres venden aguacate al hombre blanco de barba y pelo largo que soy yo Piensan las mujeres que me parezco a Jesucristo, me lo dicen entre risas mientras colocan en una bolsa pequeña, transparente, azul y blanca los tres aguacates que voy a comprar para abrirlos después y untarlos en varios de bollos de pan que serán míos en breve por ciento cincuenta kwanzas Me digo a mí mismo que no soy ningún dios, que este lugar no entiende de milagros, que aquí la multiplicación de pan por pan casi siempre es cero y que la moneda con nombre de río de un país que llora oro negro no sabe convertirse en pez.
La guarida de los náufragos ©