Era el suyo un amor intermitente, ajeno a las agujas del reloj. Paseaban de la mano las excusas y el deseo. La primavera y marzo se reían de las estaciones en el parque. Suyo era el suelo del revés. El revés del cielo. Tiempo atemporal, tiempo eterno. Enséñales el instante oportuno.
La guarida de los náufragos ©