En el laberinto de los álamos,
en las entrañas de una adivinanza,
entre las sábanas de unos versos
mal arropados por el invierno
en la cima de una obsesión,
en lo más profundo de un recuerdo,
en Kamchatka,
sensible -como tú-
a los temblores.
Allí y en otros mapas mudos
buscarás lo que te escribí
cuando tú ya no estabas.
en las entrañas de una adivinanza,
entre las sábanas de unos versos
mal arropados por el invierno
en la cima de una obsesión,
en lo más profundo de un recuerdo,
en Kamchatka,
sensible -como tú-
a los temblores.
Allí y en otros mapas mudos
buscarás lo que te escribí
cuando tú ya no estabas.
Comentarios
últimamente creo que somos sensibles a todo, todo el rato.
en ese punto, cuando el cabreo, la frustración o la injusticia fluyen... intento desarmarme, descomponer el alrededor para deshacerme de todo lo que sobra y descubrir -con respiro de alivio y media sonrisa- que la esencia sigue ahí.
sencilla, básica, fundamental. los pilares de mi felicidad sobreviven pese a mi empeño en colocarles cosas encima, sin diseño ni urbanismo.
entonces, con serenidad de las que hacen sonreir por dentro, de tú a tú contigo mismo,
doy otro sorbo a mi café dejándome caer aún más en la tumbona,
echo un vistazo a la nueva rosa que me regala mi rosal,
y vuelvo a bucear en mi libro mientras la brisa juega con mis últimos vestidos de verano
(prometiéndome -sin mucha esperanza de éxito- no volver a leer el periódico, ni abrir cartas del banco, ni hacer listas de cosas pendientes, ni pensar en incertidumbres laborales...al menos, si no es para dejarnos llevar por la nostalgia delante de un café compartido).
besos desde tu casa de sevilla