Veo en un pequeño recuadro que ahora eres amiga de Brian y Marcella y que a las nueve de este otoño irás a beber melancolía de once grados con Luis. Descubro que te gusta pisar los charcos cuando llueve y que detestas los inviernos en abril. Aunque ya no hablo contigo, conozco tu ciudad actual y recuerdo cuál fue tu origen, que cumples años en diciembre y te gusta prender fuego al calendario si te arrastra la nostalgia en primavera. Últimamente has viajado a Lisboa, intuyo que te mecen los tranvías y te seducen los viejos cafés color sepia. Lo sé por tu fotografía en aquella calle de Bruselas, donde Magritte fumaba en pipa dorada. Sueles cambiar de cara a menudo, me divierten tus gafas de sol en noviembre y disfruto con tu colección de sonrisas o el último vestido azul que guardas en tu perfil. Vuelves a estar soltera, aunque te acompañan ciento veinte comentarios por debajo dándote ánimos y diciendo que él era un idiota. Aún tiritas cuando alguien te habla del pasado. Por eso has borr...
Comentarios
Hace mucho que no te dejas caer por los pliegues de mi pecho y mi pleura a olvidado estremecerse bajo tu recuerdo.
En el transcurso de un latido, has recorrido mi médula de punta a punta, anudándote a cada coyuntura que en un pasado fuera rozada por tus labios.
Has punzado un par de veces y después, lánguidamente te has deslizado al lugar que te pertenece. Mi piel te ha respondido desde su paralelismo, instintivamente orientado sus poros hacia la inmensidad, donde quieras hallarte.
Cuando me he apeado de la fugacidad de tu imagen, era ya tarde.
Un rincón de mis entrañas ha pestañeado. Tu ascua se ha removido y gracias a su efímera incandescencia, sonreí de haberte llorado.
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