Ir al contenido principal

Lo efímero

Lo efímero suele ser bello
porque no cansa:

palabras de amor escritas con ceras
en la mesa de un restaurante

el momento en que dispara
la cámara fotográfica

un beso a escondidas contra la pared,
en un portal de madrugada

tu falda invadida por mis manos
cuando duermen ya los parques

la primera vez que una ola
te moja los pies en la orilla de tu playa

o un poema.

(Esto, entre otras muchas cosas)

Comentarios

Álvaro ha dicho que…
Lo efímero posee una belleza pura, no contaminada por lo cotidiano, lo burdo, lo mediocre. Sin embargo, rememorar lo efímero conlleva siempre una cierta idealización que suele inducir a la parálisis.
Aquel gran baño en aguas cristalinas pudo ser maravilloso, pero al volver al mismo rio el agua puede estar contaminada y ser muy desagradable. Espero que cuando dentro de unos años vuelvas a ver el Mekong no tengas esa sensación.
Muchas gracias por hacernos pensar Alfonso. Un abrazo muy fuerte desde tu 3ª ó 4ª ciudad.
Unknown ha dicho que…
De una precisión, finura e inteligencia que sólo alguien como tú podría conseguir. Gracias por tu comentario, Álvaro. Un abrazo con ganas de reencuentro.
QuietBrown ha dicho que…
No superaré las palabras de Álvaro, así que seré breve: qué bueno volver a leerte.
Unknown ha dicho que…
Qué bueno volver a saber que me lees. Alfonso.
Desde la luna ha dicho que…
Efímero, como la brisa que creas al pasar, pero eterno, como la estela que dejas...
Unknown ha dicho que…
Me halaga mucho tu comentario, desde la luna. Un beso al satélite.

Entradas populares de este blog

Muñoz Molina y mi colección de muñecos de goma

El otro día le dieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras a Antonio Muñoz Molina. Hoy descubierto su autorretrato , que es emocionante, sencillo y hermoso. Muñoz Molina es de Úbeda, un andaluz de Jaén. Al leerlo, me ha parecido escuchar de nuevo historias de mi padre, vivencias de mi abuelo Alfonso y de otros miembros de mi familia, que son de allí o de otros pueblos de Jaén. Vivencias que son mías también. Mi relación literaria con Muñoz Molina empieza un invierno en Lisboa. Me abrigué mucho con sus páginas. Luego me he puesto su ropa otras veces. Sea invierno o sea verano, en columnas o en novelas. Mi padre siempre me ha hablado de él con admiración y con cariño. Recuerdo una vez, cuando chico, que nos lo encontramos en Úbeda en los soportales donde vendían los muñecos de goma que tanto me gustaba coleccionar. Eso me ha traído otros recuerdos. En mi trastero de Córdoba, ciudad donde nací y me crié, viven ahora todos los muñecos de mi infancia: Astérix, Espinete, S...

El poeta puede

El poeta puede ver el beso medio lleno o medio vacío El poeta lima El poeta lame El poeta no tiene lema El poeta le busca todas las vueltas a Roma rema que te rema rima que te rima de ramo en ramo El poeta puede volar por los aires y estrellarse en el cielo. Acaso entonces se da cuenta: su poema ha llegado a su ocaso.

Una historia-estufa (invierno en Madrid)

Me apetece contarte una historia que te abrigue este invierno. Una historia-estufa que te arrope en una oscura tarde de diciembre en Tribunal o en un frío amanecer de enero en Noviciado. Quiero escribirte una historia con mis guantes y bufandas cobijándote del frío mientras esperas el autobús de vuelta a casa en Atocha. Podría quizás susurrarte una historia de osos, que hibernan en cuevas secretas, ajenas a los túneles del metro de Bambú. Me apetece soplarte (vapor, vapor) si tus dedos se congelan esperando al semáforo en verde en Gran Vía. Me apetece contártelas, pero no sé por dónde empezar. Mientras lo pienso, escucho al termómetro estornudar por la llegada de los números pequeños en la próxima estación.