Ir al contenido principal

Ella en el pasillo

La empecé a olvidar
en la habitación de un hotel.
Recuerdo que me dio un libro
y tuvimos una conversación
seca y breve.

Luego se perdió
en la oscuridad del pasillo,
que se volvía negro y más negro,
como su vestido.

Me gustaban sus ojos grandes
y penetrantes,
sus piernas largas
y su sonrisa.

Un día llegué a intuir su boca,
pero se me olvidó pronunciar
las palabras adecuadas al oído;
o quizás susurrarle
un silencio preciso.

Siento un pellizco al recordarla, como
si yo fuera alguno de los tirantes
que aquella noche le arranqué.

La habitación del hotel era el mar
y, a ella, se la llevaron las olas
por el pasillo.

Comentarios

Miguel Cobo ha dicho que…
¡Qué bien, qué bien, qué bien...!
crisálida ha dicho que…
muy bonito lo del pellizco,
duele y es sensual a la vez
Kanaima ha dicho que…
Sí, menudo pellizco me has dado a mí también. Duele a digna despedida...
Anónimo ha dicho que…
sin duda una despedida preciosa,lástima que siempre sean dolorosas
Martina ha dicho que…
Tranquilo, conozco bien el mar y las olas siempre llevan a tierra todo de vuelta

Entradas populares de este blog

Muñoz Molina y mi colección de muñecos de goma

El otro día le dieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras a Antonio Muñoz Molina. Hoy descubierto su autorretrato , que es emocionante, sencillo y hermoso. Muñoz Molina es de Úbeda, un andaluz de Jaén. Al leerlo, me ha parecido escuchar de nuevo historias de mi padre, vivencias de mi abuelo Alfonso y de otros miembros de mi familia, que son de allí o de otros pueblos de Jaén. Vivencias que son mías también. Mi relación literaria con Muñoz Molina empieza un invierno en Lisboa. Me abrigué mucho con sus páginas. Luego me he puesto su ropa otras veces. Sea invierno o sea verano, en columnas o en novelas. Mi padre siempre me ha hablado de él con admiración y con cariño. Recuerdo una vez, cuando chico, que nos lo encontramos en Úbeda en los soportales donde vendían los muñecos de goma que tanto me gustaba coleccionar. Eso me ha traído otros recuerdos. En mi trastero de Córdoba, ciudad donde nací y me crié, viven ahora todos los muñecos de mi infancia: Astérix, Espinete, S...

Deseo...

que no desaparezcan las marcas de tus besos, que el viento no se canse de soplar, que tu ropa interior sea mi almohada, que las olas no se olviden del mar, que tu manual venga sin instrucciones, que naveguen mis versos sin timón, que la distancia sea tu ombligo. PD: En los tranvías... Todo esto deseo en los tranvías llamados deseo.

Facebook

Veo en un pequeño recuadro que ahora eres amiga de Brian y Marcella y que a las nueve de este otoño irás a beber melancolía de once grados con Luis. Descubro que te gusta pisar los charcos cuando llueve y que detestas los inviernos en abril. Aunque ya no hablo contigo, conozco tu ciudad actual y recuerdo cuál fue tu origen, que cumples años en diciembre y te gusta prender fuego al calendario si te arrastra la nostalgia en primavera. Últimamente has viajado a Lisboa, intuyo que te mecen los tranvías y te seducen los viejos cafés color sepia. Lo sé por tu fotografía en aquella calle de Bruselas, donde Magritte fumaba en pipa dorada. Sueles cambiar de cara a menudo, me divierten tus gafas de sol en noviembre y disfruto con tu colección de sonrisas o el último vestido azul que guardas en tu perfil. Vuelves a estar soltera, aunque te acompañan ciento veinte comentarios por debajo dándote ánimos y diciendo que él era un idiota. Aún tiritas cuando alguien te habla del pasado. Por eso has borr...