Ir al contenido principal

Emmanuel



Cuando voy a comprar a uno de los supermercados que están cerca de casa, me encuentro con los buenos días y la sonrisa de Emmanuel. Yo no voy todos los días, pero sé que él siempre está allí. "Hace frío", me ha dicho hoy antes de entrar a comprar. "Sí, hace frío", le he respondido yo sin saber aún su nombre. Luego he entrado en el supermercado. La compra me ha costado poco más de 23 euros y he pagado con dos billetes. Uno de veinte y otro de cinco. Al salir, le he dado la vuelta. No era mucho, no es el modo, probablemente no sirve de nada. Pero se la he dado. Eso es lo que he hecho. Eso y preguntarle: -¿de dónde eres?. -"Soy de Ghana, allí hace mucho calor", me ha respondido. -¿Cómo te llamas? Yo soy Alfonso. - "Me llamo Emmanuel". - "Encantado, Emmanuel. ¿Cuánto tiempo llevas en España?. He creído entender que lleva dos años. Siempre en Madrid. Hemos hablado un poco más y me he marchado después. Yo no voy todos los días, pero sé que Emmanuel siempre está allí y me imagino que, no solo los días de frío, hace frío.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Muñoz Molina y mi colección de muñecos de goma

El otro día le dieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras a Antonio Muñoz Molina. Hoy descubierto su autorretrato , que es emocionante, sencillo y hermoso. Muñoz Molina es de Úbeda, un andaluz de Jaén. Al leerlo, me ha parecido escuchar de nuevo historias de mi padre, vivencias de mi abuelo Alfonso y de otros miembros de mi familia, que son de allí o de otros pueblos de Jaén. Vivencias que son mías también. Mi relación literaria con Muñoz Molina empieza un invierno en Lisboa. Me abrigué mucho con sus páginas. Luego me he puesto su ropa otras veces. Sea invierno o sea verano, en columnas o en novelas. Mi padre siempre me ha hablado de él con admiración y con cariño. Recuerdo una vez, cuando chico, que nos lo encontramos en Úbeda en los soportales donde vendían los muñecos de goma que tanto me gustaba coleccionar. Eso me ha traído otros recuerdos. En mi trastero de Córdoba, ciudad donde nací y me crié, viven ahora todos los muñecos de mi infancia: Astérix, Espinete, S...

Deseo...

que no desaparezcan las marcas de tus besos, que el viento no se canse de soplar, que tu ropa interior sea mi almohada, que las olas no se olviden del mar, que tu manual venga sin instrucciones, que naveguen mis versos sin timón, que la distancia sea tu ombligo. PD: En los tranvías... Todo esto deseo en los tranvías llamados deseo.

Una historia-estufa (invierno en Madrid)

Me apetece contarte una historia que te abrigue este invierno. Una historia-estufa que te arrope en una oscura tarde de diciembre en Tribunal o en un frío amanecer de enero en Noviciado. Quiero escribirte una historia con mis guantes y bufandas cobijándote del frío mientras esperas el autobús de vuelta a casa en Atocha. Podría quizás susurrarte una historia de osos, que hibernan en cuevas secretas, ajenas a los túneles del metro de Bambú. Me apetece soplarte (vapor, vapor) si tus dedos se congelan esperando al semáforo en verde en Gran Vía. Me apetece contártelas, pero no sé por dónde empezar. Mientras lo pienso, escucho al termómetro estornudar por la llegada de los números pequeños en la próxima estación.