Ir al contenido principal

Hicimos nuestro el viento

Hicimos nuestro el viento.
La brisa de tu nombre
recorriendo mi cuerpo,
mis versos huracanados
acariciando tus labios
y nuestros vendavales,
coreografías improvisadas
en la cama o frente al espejo.


Comentarios

Rodolfo Serrano ha dicho que…
Amigo, me parece precioso: Hagamos todo nuestro
Unknown ha dicho que…
Rodolfo, qué gran valor tienen tus palabras para mí, que admiro todos tus poemas y tu diario abierto. Un abrazo.
Miguel Cobo ha dicho que…
Si lo dice Rodolfo Serrano, ¿qué puede decir tu padre? Para mí , como si te hubieran dado el Adonáis.

Un abrazo , mon fils. Y que el monzón te sea propicio.
Unknown ha dicho que…
Lo que dice mi padre es para mí el Adonáis, el Loewe o el Hiperión...no hay mejor premio. Abrazo, papá!

Entradas populares de este blog

El poeta puede

El poeta puede ver el beso medio lleno o medio vacío El poeta lima El poeta lame El poeta no tiene lema El poeta le busca todas las vueltas a Roma rema que te rema rima que te rima de ramo en ramo El poeta puede volar por los aires y estrellarse en el cielo. Acaso entonces se da cuenta: su poema ha llegado a su ocaso.

Trece febreros y dos días

Han pasado trece febreros. Trece febreros y dos días. El invierno era entonces distinto. Más largo, más frío. Yo era un joven de secano que buscaba mensajes en el mar. Hoy, trece febreros y dos días después sé que no hay guaridas para náufragos y que no hay náufrago que no busque, alguna vez, una guarida.

Facebook

Veo en un pequeño recuadro que ahora eres amiga de Brian y Marcella y que a las nueve de este otoño irás a beber melancolía de once grados con Luis. Descubro que te gusta pisar los charcos cuando llueve y que detestas los inviernos en abril. Aunque ya no hablo contigo, conozco tu ciudad actual y recuerdo cuál fue tu origen, que cumples años en diciembre y te gusta prender fuego al calendario si te arrastra la nostalgia en primavera. Últimamente has viajado a Lisboa, intuyo que te mecen los tranvías y te seducen los viejos cafés color sepia. Lo sé por tu fotografía en aquella calle de Bruselas, donde Magritte fumaba en pipa dorada. Sueles cambiar de cara a menudo, me divierten tus gafas de sol en noviembre y disfruto con tu colección de sonrisas o el último vestido azul que guardas en tu perfil. Vuelves a estar soltera, aunque te acompañan ciento veinte comentarios por debajo dándote ánimos y diciendo que él era un idiota. Aún tiritas cuando alguien te habla del pasado. Por eso has borr...