Ir al contenido principal

Vendredi nuit

Pienso en acantilados
y en precipicios,
en el filo de la navaja,
en el tiempo
y en ti.

Todo da vértigo.

¿Tengo miedo a las alturas?
Puede ser,
porque las cumbres más escarpadas
están a ras de suelo
y no en Saturno.

A millones de años luz
no hay ratas por las aceras
como en esta ciudad
que llueve lenta,
de madrugada.

¿Hay que tener algo roto
para escuchar crujidos?

A veces tirito
y no hace frío.

Escuchando "Crujidos", de Nacho Vegas.

Comentarios

Miguel Cobo ha dicho que…
Me parece un poema magnífico, por su hondura y por su sencillez y porque se reconoce en él la voz personal del poeta (personal e intransferible). Nada que ver con esos artifcios conceptuales, esteticistas, narcisistas, tan de moda. Como no te puedo dar el premio Adonais, te doy el de la "Paternidad poética". Quien no te pueda sorprender con dos versos, que no te aburra con diez mil.
Un abrazo, Alfonso. Y sigue siendo tan auténtico.

P.d. El comentario anterior era el mismo, pero tenía una errata y la he corregido.
Unknown ha dicho que…
Qué mejor premio que el de un padre. Gracias por tu comentario. Un abrazo fuerte!
Anónimo ha dicho que…
- ¿Cómo no equivocarse más?
- Quizás, no hacer nada, no moverse.
Otra vez discutiendo con la memoria.
Es solo un día más en el que decidir si está bien o mal no recordar.
De nuevo, reflexionando sobre el pudor y la vergüenza.
Más instantes gastados en torno a la idea del significado y el sentido.
Momentos que traen palabras
que vienen cargadas de infinitas interpretaciones.
- ¿Qué hacer para no cometer los mismos errores de nuevo?
- No dar un paso más.
Unknown ha dicho que…
Anónimo, no hay que quedarse quieto. No hay pudor ni vergüenza. Hay memoria e incertidumbre, que en cantidades adecuadas, nunca está de más.
QuietBrown ha dicho que…
Ay, ay, los crujidos... Poco a poco estoy volviendo a pasearme por blogs, una gozada siempre parar en el tuyo =)
¡Saludos!
Unknown ha dicho que…
Gracias por ser fiel a mi orilla, QuiteBrown. Besos
galapaguin ha dicho que…
llueve lenta janoi, por eso no se cansa, por eso encanta, por su acogedora sordidez...

cuando voy en bici por truc bach siempre pienso "oh, si, sucia libertad!"

Entradas populares de este blog

Muñoz Molina y mi colección de muñecos de goma

El otro día le dieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras a Antonio Muñoz Molina. Hoy descubierto su autorretrato , que es emocionante, sencillo y hermoso. Muñoz Molina es de Úbeda, un andaluz de Jaén. Al leerlo, me ha parecido escuchar de nuevo historias de mi padre, vivencias de mi abuelo Alfonso y de otros miembros de mi familia, que son de allí o de otros pueblos de Jaén. Vivencias que son mías también. Mi relación literaria con Muñoz Molina empieza un invierno en Lisboa. Me abrigué mucho con sus páginas. Luego me he puesto su ropa otras veces. Sea invierno o sea verano, en columnas o en novelas. Mi padre siempre me ha hablado de él con admiración y con cariño. Recuerdo una vez, cuando chico, que nos lo encontramos en Úbeda en los soportales donde vendían los muñecos de goma que tanto me gustaba coleccionar. Eso me ha traído otros recuerdos. En mi trastero de Córdoba, ciudad donde nací y me crié, viven ahora todos los muñecos de mi infancia: Astérix, Espinete, S...

El poeta puede

El poeta puede ver el beso medio lleno o medio vacío El poeta lima El poeta lame El poeta no tiene lema El poeta le busca todas las vueltas a Roma rema que te rema rima que te rima de ramo en ramo El poeta puede volar por los aires y estrellarse en el cielo. Acaso entonces se da cuenta: su poema ha llegado a su ocaso.

Una historia-estufa (invierno en Madrid)

Me apetece contarte una historia que te abrigue este invierno. Una historia-estufa que te arrope en una oscura tarde de diciembre en Tribunal o en un frío amanecer de enero en Noviciado. Quiero escribirte una historia con mis guantes y bufandas cobijándote del frío mientras esperas el autobús de vuelta a casa en Atocha. Podría quizás susurrarte una historia de osos, que hibernan en cuevas secretas, ajenas a los túneles del metro de Bambú. Me apetece soplarte (vapor, vapor) si tus dedos se congelan esperando al semáforo en verde en Gran Vía. Me apetece contártelas, pero no sé por dónde empezar. Mientras lo pienso, escucho al termómetro estornudar por la llegada de los números pequeños en la próxima estación.