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Ce soir

Hoy el día está soleado y, aunque hace ya un frío propio de la zona, el sol consigue calentar y es agradable mientras paseo. He atravesado una parte del parque que desconocía, una en la que los patos viven tranquilamente, alejados de la civilización. Una ruta llena de árboles a la orilla del río y de pequeños senderos de bosque misterioso. Después, he llegado al puerto. Han acabado las obras que había y, de nuevo, hay barcos.

Tras las últimas lluvias, la Sarthe ha crecido y la corriente arrastra árboles olvidados por el tiempo. Las calles del pueblo tienen más gente y están repletas de adornos navideños. Escucho campanas. Vienen de la iglesia. Hay un entierro y el sonido de las campanas se mezcla con el ruido del agua. Es una bella melodía. Tanto el árbol como el muerto son dos cuerpos arrastrados a otras latitudes.

He continuado caminando un rato hasta ver esa bicicleta que tanto me gusta. Quizás me la compre mañana. O puede que no me la compre. Ahora, he sacado las llaves de mi bolsillo y he abierto la puerta de mi casa. Se me ha ocurrido escribir lo que había hecho esta tarde y me he sentado en el ordenador a teclear las palabras que tú estás leyendo ahora.

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