Ir al contenido principal

LLegaste con el frío

Un octubre caluroso se despedía en la ciudad francesa donde estudiaba. Manga corta por Bellecour y en las calles cercanas a Hôtel de Ville. A la vuelta de la esquina, hojas de otoño volando por los parques. Sonrisas encima de bicicletas con cesta. Un timbre, agua en las fuentes, baguettes, croissants recién hechos. Ya empezaba a sentir tu rastro. Melodía de Amelie en el tío vivo del parque de la Tête d´Or. Por algún sitio te estabas escondiendo, estabas a punto de aparecer. Y, entre astronautas, me encontré contigo. Llegaste casi a la par que el frío, justo a tiempo para abrigarme. Puedo pasear por Perrache, por Víctor Hugo o el Vieux Lyon sin necesidad de ponerme gorro, guantes o bufanda. Me basta con estar cerca de ti. Cayeron los primeros copos de nieve en el tejado y nos echamos a dormir.

Comentarios

Antonio Fdez ha dicho que…
Me alegra mucho saber que miraste allí y estaba ella, es bonito ver que el sentimiento que se esconde a la vuelta de una ciudad como Roma ha tocado por fin el corazón de un maestro.
Disfruta de ello, lucha contra el paso del tiempo, haz que se detenga con cada abrazo, en cada beso, con los sentimientos que desprendes con tan solo una mirada...dejate llevar, intenta que tu bohemiez y su belleza consigan fundirse en un solo ser.

Que las palabras sean las únicas balas que nos atraviesen el corazón. Un abrazo de tu aprendiz

Entradas populares de este blog

Muñoz Molina y mi colección de muñecos de goma

El otro día le dieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras a Antonio Muñoz Molina. Hoy descubierto su autorretrato , que es emocionante, sencillo y hermoso. Muñoz Molina es de Úbeda, un andaluz de Jaén. Al leerlo, me ha parecido escuchar de nuevo historias de mi padre, vivencias de mi abuelo Alfonso y de otros miembros de mi familia, que son de allí o de otros pueblos de Jaén. Vivencias que son mías también. Mi relación literaria con Muñoz Molina empieza un invierno en Lisboa. Me abrigué mucho con sus páginas. Luego me he puesto su ropa otras veces. Sea invierno o sea verano, en columnas o en novelas. Mi padre siempre me ha hablado de él con admiración y con cariño. Recuerdo una vez, cuando chico, que nos lo encontramos en Úbeda en los soportales donde vendían los muñecos de goma que tanto me gustaba coleccionar. Eso me ha traído otros recuerdos. En mi trastero de Córdoba, ciudad donde nací y me crié, viven ahora todos los muñecos de mi infancia: Astérix, Espinete, S...

El poeta puede

El poeta puede ver el beso medio lleno o medio vacío El poeta lima El poeta lame El poeta no tiene lema El poeta le busca todas las vueltas a Roma rema que te rema rima que te rima de ramo en ramo El poeta puede volar por los aires y estrellarse en el cielo. Acaso entonces se da cuenta: su poema ha llegado a su ocaso.

Una historia-estufa (invierno en Madrid)

Me apetece contarte una historia que te abrigue este invierno. Una historia-estufa que te arrope en una oscura tarde de diciembre en Tribunal o en un frío amanecer de enero en Noviciado. Quiero escribirte una historia con mis guantes y bufandas cobijándote del frío mientras esperas el autobús de vuelta a casa en Atocha. Podría quizás susurrarte una historia de osos, que hibernan en cuevas secretas, ajenas a los túneles del metro de Bambú. Me apetece soplarte (vapor, vapor) si tus dedos se congelan esperando al semáforo en verde en Gran Vía. Me apetece contártelas, pero no sé por dónde empezar. Mientras lo pienso, escucho al termómetro estornudar por la llegada de los números pequeños en la próxima estación.