Amanece nublado y lluvioso
este diciembre recién nacido.
Se amontona la ropa sin doblar,
espera arriba otro viaje en lavadora
y está Ismael cantando en el ordenador.
El desayuno es discreto,
unas cuantas galletas mojadas
en un café impaciente
mientras leo las noticias.
No son de papel,
pero lo que leo huele a humedad.
¿Quién quiere sellar todas las ventanas?
¿Quién?
Está el mundo plagado de fantasmas,
el espíritu de la precariedad
se aparece y se pasea cada día
por la plaza de tu pueblo.
Ya no tiene miedo el atropello,
y la pobreza se está haciendo rica.
Este invierno será frío,
incluso para los osos polares.
Hay miedo, hay incertidumbre,
hay una realidad oscura.
Todos vuelan en primera clase.
Si te asomas por la ventana,
verás flotar las mismas palabras
que nos acompañaron en noviembre:
recortes,
pelotas de goma,
corrupción,
congelación,
estallido,
horrible,
crisis,
perdedores,
ganadores,
desahucio,
exclusión.
Amanece nublado y lluvioso
este diciembre recién nacido.
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