Estoy oyendo los truenos.
¿Dónde hay más tormenta:
ahí afuera o aquí dentro?
No soy capaz de exiliar
a los signos de interrogación
y disipar la duda,
cerrar el paraguas.
Hace un mes que no leo
más de dos páginas seguidas de una novela.
¿Pereza o drama?
Dos nuevos signos sin orden de alejamiento,
sin medios para independizarse.
Cada día miro el calendario.
Ahora más que nunca. Tacho los días que pasan
con un rotulador rojo permanente.
Es curioso, permanente para algo que ya ha pasado.
Que ya es pasado. Una cruz roja.
Voluntariamente, pretérito perfecto simple.
Esos días trabajé, comí, amé, callé, besé, hablé.
Algo dormí. Intuyo, soñé.
Rara vez recuerdo lo que sueño.
Cuando ocurre suele ser triste o bello. Sin término medio.
Despertar es un alivio o una putada. Depende.
El caso es que se avecina el futuro
y viene conjugado imperfecto.
Cada día nuevo por venir tiene una incertidumbre
marcada con tinta invisible (o que no quiero ver),
un vértigo "esdrújulo" con acento vocal, con vocación de acento.
A veces,
(sigue la tormenta. Aprieta fuera, aprieta dentro)
hay en la cabeza o quizás en alguno de mis hombros
una especie de Pepito Grillo, de ángel o demonio,
que me dice: "no regreses, no vuelvas a la Vieja Europa
si no hay crema anti-envejecimiento en el duty-free del aeropuerto.
"Volver a la vieja Europa solo si rejuvenece",
reza la pantalla de "International Departures".
¿Actualizar el curriculum vitae
o escribir poemas?
Cumplo años y aún no sé si sé
colocar las conjunciones copulativas donde debo.
Mientras aprendo o no,
se acumulan las interrogaciones en la frontera
de las respuestas.
Comentarios
Ahora sigue con otros (pero elige los infinitivos adecuados).
Un abrazo