Un octubre caluroso se despedía en la ciudad francesa donde estudiaba. Manga corta por Bellecour y en las calles cercanas a Hôtel de Ville. A la vuelta de la esquina, hojas de otoño volando por los parques. Sonrisas encima de bicicletas con cesta. Un timbre, agua en las fuentes, baguettes, croissants recién hechos. Ya empezaba a sentir tu rastro. Melodía de Amelie en el tío vivo del parque de la Tête d´Or. Por algún sitio te estabas escondiendo, estabas a punto de aparecer. Y, entre astronautas, me encontré contigo. Llegaste casi a la par que el frío, justo a tiempo para abrigarme. Puedo pasear por Perrache, por Víctor Hugo o el Vieux Lyon sin necesidad de ponerme gorro, guantes o bufanda. Me basta con estar cerca de ti. Cayeron los primeros copos de nieve en el tejado y nos echamos a dormir.
El poeta puede ver el beso medio lleno o medio vacío El poeta lima El poeta lame El poeta no tiene lema El poeta le busca todas las vueltas a Roma rema que te rema rima que te rima de ramo en ramo El poeta puede volar por los aires y estrellarse en el cielo. Acaso entonces se da cuenta: su poema ha llegado a su ocaso.
Comentarios
Disfruta de ello, lucha contra el paso del tiempo, haz que se detenga con cada abrazo, en cada beso, con los sentimientos que desprendes con tan solo una mirada...dejate llevar, intenta que tu bohemiez y su belleza consigan fundirse en un solo ser.
Que las palabras sean las únicas balas que nos atraviesen el corazón. Un abrazo de tu aprendiz